¿hasta qué punto el primer párrafo de una novela es importante?
los hay descriptivos, los hay misteriosos, los hay que resumen toda la historia, los hay que despiertan la curiosidad...
a menudo es lo último que escribe el autor, precisamente porque sabe que la continuidad de su lectura depende de este primer párrafo...pero, ¿siempre ha sido así? comprobémoslo.

dimecres, 12 de gener del 2011

George Eliot - Middlemarch







La señorita Brooke poseía ese tipo de hermosura que parece quedar realzada por el atuendo modesto. Tenía las manos y las muñecas tan finas que podía llevar mangas no menos carentes de estilo que aquellas con las que la Virgen María se aparecía a los pintores italianos, y su perfil, así como su altura y porte, parecían cobrar mayor dignidad a partir de su ropa sencilla, la cual, comparada con la moda de provincias, le otorgaba la solemnidad de una buena cita bíblica - o de alguno de nuestros antiguos poetas- inserta en un párrafo de un periódico actual. Solían hablar de ella como persona de excepcional agudeza, si bien se añadía que su hermana Celia tenía más sentido común. Sin embargo, Celia apenas llevaba más perifollos y sólo el buen observador percibía que su vestimenta difería de la de su hermana y que su atuendo tenía un punto de coquetería; pues el sencillo vestir de la señorita Brooke se debía a una mezcla de circunstancias, la mayoría de las cuales compartía su hermana. El orgullo de ser damas tenía algo que ver con ello: los parientes de las Brooke, con todo y no ser exactamente aristócratas, eran indudablemente «buenos» y aunque se rastreara una o dos generaciones atrás, no se descubrían antepasados menestrales o tenderos, ni nada inferior a un almirante o un clérigo; incluso existía un ascendiente discernible como caballero puritano a las órdenes de Cromwell(1), que posteriormente claudicó y se las arregló para salir de los conflictos políticos convertido en el propietario de una respetable hacienda familiar. Era natural que jóvenes de tal cuna, que vivían en una tranquila casa de campo y asistían a una iglesia vecinal apenas mayor que una sala de estar, consideraran el perifollo como la aspiración de la hija de unbuhonero. Además, existía el punto de la economía señorial, la cual, en aquellos tiempos, señalaba el vestir como el primer artículo a recortar cuando se precisaba de una reserva para destinar a gastos más indicativos del rango social. Tales razones, bien al margen de los sentimientos religiosos, hubieran bastado para justificar una modestia en el vestir, pero en el caso de la señorita Brooke la religión en sí misma habría sido un determinante y Celia se plegaba apaciblemente a todos los sentimientos de su hermana, infundiéndoles tan sólo ese sentido común que es capaz de aceptar doctrinas trascendentales sin agitación excéntrica alguna. Dorothea conocía de memoria numerosos pasajes de los Pensées de Pascal, así como de Jeremy Taylor; y a su juicio, los destinos de la humanidad, a la luz del Cristianismo, convertían la preocupación sobre la moda femenina en entretenimiento para un manicomio. No podía reconciliar las inquietudes de una vida espiritual, que involucraba consecuencias eternas, con un intenso interés por el galón y las colgaduras artificiales del ropaje. Tenía una mente teórica que por naturaleza tendía a una elevada concepción del universo que incluyera abiertamente la parroquia de Tipton y su propia norma de conducta allí.







Miss Brooke had that kind of beauty which seems to be thrown into relief by poor dress. Her hand and wrist were so finely formed that she could wear sleeves not less bare of style than those in which the Blessed Virgin appeared to Italian painters; and her profile as well as her stature and bearing seemed to gain the more dignity from her plain garments, which by the side of provincial fashion gave her the impressiveness of a fine quotation from the Bible,—or from one of our elder poets,—in a paragraph of to-day’s newspaper. She was usually spoken of as being remarkably clever, but with the addition that her sister Celia had more common-sense.


George Eliot es el seudónimo que empleó la escritora Mary Ann Evans (Arbury FarmAstley 1819 - Londres1880), escritora británica.


Aunque criada en la religión evangélica y sus normas morales, muy pronto la abandona y elige un racionalismo intelectual, resultado de su afición a Spinoza o Feuerbach (sabía latín, griego y alemán). Mantuvo contacto intelectual estrecho con Stuart Mill y Herbert Spencer.
Sus novelas, de gran estilo realista, reflejan con pesimismo la vida provinciana británica y en general la complejidad de la vida británica de su época. Recrean conflictos morales, en los que ella aboga por la autenticidad.
Usó un nombre masculino para asegurar que su trabajo fuera tomado en serio. Pocas escritoras publicaban bajo sus nombres verdaderos, como el caso de Charlotte Brontë y sus hermanas. George Eliot quiso evitar ser vista simplemente como una escritora romántica. Otro de los factores que influyó para que "Mary Ann" utilizara un nombre falso fue para evitar el escándalo de su relación con el periodista George H. Lewes, que comenzó 1854, con él convivió el resto de su vida, la cual se consideró escandalosa para la moral victoriana, pues éste estaba casado.
George Eliot es autora de las novelas Silas MarnerEscenas de la vida clerical, así como El velo alzado y El hermano Jacob. Las dos más extensas son consideradas por la crítica las mejores: Middlemarch y El molino del Floss. La última que entregó es Daniel Deronda. Escribió asimismo relatos y poesía.

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http://www.solodelibros.es/30/03/2011/middlemarch-george-eliot/

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