
- Que duermas bien, cariño.
La madre de Noboru salió del cuarto del chico y cerró la puerta con llave. ¿Cuál sería su reacción en caso de incendio? En primer lugar, lo sacaría de allí: se había hecho esa promesa. Pero ¿y si el calor retorcía la puerta de madera o la pintura obstruía el ojo de la cerradura? ¿La ventana? El camino de abajo era de grava, y la altura del segundo piso de aquella casa alta y estrecha tampoco permitía abrigar demasiadas esperanzas.
La culpa era del chico. Nada habría pasado si no se hubiera dejado convencer por el jefe y no se hubiera escapado de casa aquella noche. Luego vino la letanía de preguntas, pero él se había negado a revelar el nombre del jefe.

Exento del servicio militar por sufrir tuberculosis, no participó en la guerra, suceso que él mismo entendió como una humillación. Generacionalmente es considerado parte de la “segunda generación“ de escritores de posguerra, junto con Kōbō Abe.
Su ensayo más importante, Bunka boueiron (En defensa de la cultura), defendía la figura del Emperador, como la mayor señal de identidad de su pueblo. Más tarde formaría la Sociedad del Escudo(Tatenokai), con un fastuoso uniforme que él mismo diseñó y en el que pretendía reencarnar los valores nacionales de "su" Japón tradicional.
Dentro de estas obras, destaca su tetralogía El mar de la fertilidad, compuesta de las novelas Nieve de primavera, Caballos desbocados, El templo del alba y La corrupción de un ángel (esta última editada póstumamente), que, en su conjunto, constituyen una especie de testamento ideológico del autor, que se rebelaba contra una sociedad para él sumida en la decadencia moral y espiritual.
La mañana del "incidente" del 25 de noviembre de 1970, Mishima llevaba la última parte de esta tetralogía a su editor. Después se dirigió junto con los miembros de su grupo a un cuartel del ejército que ocuparon, y tras un discurso a la tropa, él y su compañero Masakatsu Morita se suicidaron mediante seppuku. Mishima realizó su seppuku en el despacho del General Kanetoshi Mashita. Su kaishaku (asistente) trató 3 veces de decapitarlo sin éxito. Finalmente, fue Hiroyasu Koga quien realizó la decapitación. Posteriormente, Masakatsu Morita intentó realizar su propio seppuku. Aunque sus cortes fueron poco profundos para ser fatales, hizo una señal a Koga para que también le decapitase.
Con su muerte desapareció uno de los críticos más lúcidos de la sociedad japonesa de posguerra y un artista superdotado que marcó señaladamente un rumbo en la historia de la literatura japonesa contemporánea.
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