Subió las escaleras de tres en tres, el tronco adelantado, los brazos inertes a lo largo del cuerpo, la boca entreabierta, pero al llegar al segundo piso su respiración empezó a agitarse y se detuvo en el rellano a tomar aliento, la mano izquierda asida al pasamanos. En el techo, una lámpara enrejada, de escasa potencia, iluminaba los desconchones de las paredes, los nobles escalones de madera, desgastados en los bordes, los balaustres torneados del antepecho, cubiertos de polvo, las puertas de los dos pisos -izquierda y derecha- encaradas, como observándose, con sus desorbitadas mirillas de bronce, sus orlas y molduras relevantes, de un recargamiento barroco. En una de ellas, la que Víctor tenía junto a sí, una placa blanca, desportillada, decía: "Dimas Reglero. Médico. Garganta, nariz y oídos".
El Procés VII
Fa 9 anys
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