¿hasta qué punto el primer párrafo de una novela es importante?
los hay descriptivos, los hay misteriosos, los hay que resumen toda la historia, los hay que despiertan la curiosidad...
a menudo es lo último que escribe el autor, precisamente porque sabe que la continuidad de su lectura depende de este primer párrafo...pero, ¿siempre ha sido así? comprobémoslo.

dissabte, 5 de desembre del 2009

Nikolai V. Gógol - Almas muertas











A la puerta de la fonda de la ciudad provinciana de N. se acercó un pequeño coche de aspecto bastante agradable, con suspensión de ballestas, como esos que suelen usar los solterones: tenientes coroneles retirados, subcapitanes, terratenientes que poseen un centenar de siervos, en una palabra todos esos que se conocen como señores de medio pelo. En el coche iba un caballero que no era ni guapo ni feo, ni demasiado grueso ni demasiado delgado; no se podía decir que fuese viejo, aunque tampoco era demasiado joven. Su llegada no produjo en la ciudad el menor ruido ni fue acompañada de nada extraordinario. Únicamente dos mujiks rusos que se encontraban en la puerta de la taberna, frente a la fonda, hicieron algunas observaciones, las cuales, por lo demás, más bien se referían al coche que a su ocupante.






Nikolái Vasílievich Gógol (SoróchintsiImperio ruso, actual Ucrania, 20 de marzojul.1 de abril de 1809greg.Moscú, 21 de febrerojul.4 de marzo de 1852greg.) A pesar de que muchas de sus obras muestran la influencia de su educación y cultura ucraniana, escribió en ruso, por lo que sus obras se consideran parte de la literatura rusa. Su obra más conocida es probablemente Almas Muertas, considerada por muchos como la primera novela rusa moderna.

Gógol nació en Soróchintsi, en la gobernación de Poltava, actualmente en Ucrania, en el seno de una familia de la baja nobleza rutena. Algunos de sus antepasados se identificaban como parte de la nobleza polaca (Szlachta), debido a la influencia cultural polaca de las clases altas rutenas. Su propio abuelo, Afanasiy Gógol, escribió en documentos censales que sus "antepasados, de apellido Gógol, pertenecen a la nación polaca". Sin embargo, su bisabuelo Jan Gogol, tras haber estudiado en la Academia de Kiev-Moguila (o Kyiv-Mohyla, en ucraniano), institución de fuertes raíces ucranianas y ortodoxas, se trasladó a la parte oriental de Ucrania, más vinculada culturalmente a Moscovia, y se estableció en la región de Poltava, dando lugar a la línea familiar de los Gógol-Yanovski. El propio Gógol consideraba la segunda parte de su apellido "un añadido polaco artificial", usando sólo la primera parte, "Gógol". Su padre murió cuando el joven Nikolái tenía 15 años de edad. Las profundas creencias religiosas de la madre sin duda debieron influir en la visión del mundo de Gógol, muy condicionada también por su entorno familiar de baja nobleza en un medio rural.
Se trasladó a San Petersburgo en 1828 y allí trabajó en un modestísimo empleo de burócrata de la administración zarista. En 1831, conoció a Aleksandr Pushkin, que le ayudó en su carrera como escritor y se hizo amigo suyo. Más adelante, impartió clases de historia en la Universidad de San Petersburgo de 1834 a 1835. Escribió diversos relatos breves cuya acción transcurre en San Petersburgo, como La Avenida Nevski, el Diario de un LocoEl Capote y La Nariz. Este último sería adaptado como ópera por Dmitri Shostakóvich. Sin embargo, sería su comedia El Inspector, publicada en 1836, la que lo convertiría en un escritor conocido. El tono satírico de la obra, que comparte con otros de sus escritos, generó una cierta controversia, y Gógol emigró a Roma.
Gógol pasó casi cinco años viviendo en Italia y Alemania, y también viajó algo por Suiza y Francia. Fue durante este periodo cuando escribió Almas Muertas, cuya primera parte se publicó en 1842, y la novela histórica Tarás Bulba, protagonizada por el cosaco del mismo nombre y ambientada en el siglo XVI en tierras ucranias entonces rusas y que estaban parcialmente ocupadas por los polacos. Se dice que la idea de la trama de Almas muertas le habría sido sugerida a Gógol por Pushkin. En 1848 Gógol hizo una peregrinación a Jerusalén, impulsado por sus profundas creencias cristianas ortodoxas. Tras volver de Jerusalén, Gógol decidió abandonar la literatura para concentrarse en la religión, bajo la influencia del sacerdote ortodoxo Padre Konstantínovskii. Entonces, Gógol quemó lo que había escrito de la segunda parte de Almas Muertas diez días antes de su muerte el 21 de febrero / 4 de marzo de ese año en Moscú. Algunos fragmentos de esa segunda parte de Almas Muertas sobrevivieron a la quema y han sido publicados.
Falleció en Moscú al borde de la locura y con un gran deterioro físico.

3 comentaris:

  1. Bon any!!!!

    com va tot?? espero que el 2010 hagi començat bé!! n'estic segura! Espero que segueixis amb aquestes recomanacions literàries, no saps quan de servei m'han fet! quan acabo un llibre i no se quin llegir perquè no me'n queda cap, sempre obro la finestra Abraxas. Continua així!

    Petons i records!

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  2. Aquest misteriós personatge seguirà essent-ho durant tota l'obra. Malgrat l'autor, que narra en tercera persona, ens explica, al final de la primera part, la vida del protagonista Txítxikov, no ens queda clar si és o no és un bon home. La primera part és com si hagués pujat de l'Infern un diable que investiga els personatges que va visitant: terratinents amb "ànimes mortes", és a dir, serfs, mújiks de llur propietat que són morts però que encara figuren com a vius en el cens oficial. L'interès de l'obra està en la creació d'aquests personatges col.laterals, en les reaccions davant de la proposta de Txítxikov de comprar aquestes "ànimes mortes". La segona part ens descriu un altre panorama: els terratinents ja no són caricatures grotesques, sinò gent entenimentada que procura el bé dels seus serfs i fer gran la seva hisenda sense caure en el vici i la disbauxa com fan els de la capital Sant Petersburg. En aquesta part Txítxikov passa el seu Purgatori i si bé la seva ànima no és salvada com Dante per Beatriu, és salvat de la presó i la ruina per un vell home bó. L'obra s'acaba a mitja frase ja que la resta de la novel.la la va cremar Gogol en un moment de crisi interior.

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  3. “Almas muertas” es una espléndida novela por muchas razones, pero se me ocurre una que puede ser fundamental: su modernidad; de hecho, en casi todos los manuales de literatura se la califica como la primera novela moderna en ruso. No es que uno esté siempre de acuerdo con los manuales, pero en este caso la lectura del libro confirmará esa afirmación. La novela es moderna en un sentido estricto: por sus personajes, por su trama, por su narrativa. Mientras se lee, se puede olvidar fácilmente que se escribió hace casi dos siglos y que el romanticismo aún coleaba con fuerza en Europa. Gógol concibió una obra que muestra lo nauseabundo de la sociedad rusa (y, por qué no, de casi cualquier sociedad) a través de una historia que se desarrolla con agilidad. Porque la trama del libro, lejos de ser accesoria (algo que muchas veces ocurre cuando se priman otros aspectos de la escritura), es un elemento importante, puesto que tiene ciertos elementos de intriga y su explicación se demora con mucha maestría por parte del autor.
    En “Almas muertas” se cuenta la historia de Pável Ivánovich Chíchikov, un personaje misterioso que llega un buen día a la ciudad de N. para emprender un negocio oscuro y desconcertante. Entabla relaciones con los hombres más importantes del lugar y les hace una extraña oferta: comprarles los campesinos ya fallecidos para evitarles el pago de sus impuestos a la administración. Algunos propietarios reaccionarán favorablemente ante la oferta, otros no, pero la duda no desaparece: ¿para qué necesita Chíchikov esas almas muertas?
    La resolución de esa pregunta no es el quid, ni mucho menos, del libro, pero contribuye de forma notable a crear cierta atmósfera inquietante alrededor del protagonista y sus acciones. Por supuesto, como muchos compatriotas suyos, Gógol consigue retratar unos caracteres humanos formidables: desde el mismo Chíchikov, noble en sus maneras, mezquino en sus pensamientos, pasando por el cochero Selifán, borrachín y mentiroso, hasta Nozdriov, contumaz trapacero y juerguista. Sería largo enumerar aquí otros personajes, pero queda uno impresionado por la vivacidad que la pluma del escritor otorgó a todos ellos y la familiaridad con que me los representaba mientras devoraba las páginas. Confieso que yo esperaba encontrar en “Almas muertas” unos seres a lo Dostoievski, atormentados y repletos de contradicciones, pero los personajes de Gógol son más bien caricaturas, muestras humorísticas de tipos sociales seguramente existentes, pero deformados por la visión inmisericorde del escritor. En ese sentido, más que memorables por su idiosincrasia, los protagonistas de esta novela se hacen imprescindibles por su manera de encarar las situaciones, por sus comportamientos ante los problemas.
    No creo que haya muchos escritores que sean capaces, como Gógol, de definir en pocas palabras una manera de ser y de pensar. Sólo por esto (aunque hay muchas otras buenas razones) merece la pena leerse “Almas muertas”.

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