Ésta es la historia de Virata, a quien su pueblo enaltecía con los cuatro nombres de la virtud, pero de quien nada hay escrito en las crónicas de los soberanos ni en los libros de los sabios, y cuya memoria los hombres han olvidado.
Muchos años antes de que el excelso Buda morase en la Tierra e imbuyese en sus servidores la inspiración del conocimiento, en la tierra de los birweagh, en el país del rey rajputa, vivía un noble, Virata, al cual llamaban "El Rayo de la Espada", porque era un guerrero intrépido como ningún otro y un cazador cuyas flechas jamás se desviaban del blanco, cuya lanza jamás se blandía en vano y cuyo brazo caía como un trueno acompañado por el silbido de la espada. Tenía la frente serena y nunca bajaba los ojos ante las preguntas de los hombres; jamás se le vio cerrar la mano en un puño malintencionado, ni se oyó su voz alzada en un rapto de cólera. Servía a su rey con lealtad, y sus esclavos le servían a él con veneración, pues no se conocía hombre más ecuánime en las cinco corrientes del río: se inclinaban ante su casa los piadosos que por allí pasaban y la sonrisa de los niños se reflejabaen el iris de sus ojos cuando los miraba.
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