¿hasta qué punto el primer párrafo de una novela es importante?
los hay descriptivos, los hay misteriosos, los hay que resumen toda la historia, los hay que despiertan la curiosidad...
a menudo es lo último que escribe el autor, precisamente porque sabe que la continuidad de su lectura depende de este primer párrafo...pero, ¿siempre ha sido así? comprobémoslo.

diumenge, 27 de setembre del 2009

Julio Cortázar - Rayuela


 ¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribir o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico.






Escritor e intelectual argentino. Nació con el nombre de Jules Florencio Cortázar en Bruselas (Bélgica) el 26 de agosto de 1914 y falleció en París (Francia) el 12 de febrero de 1984.



Hijo de padres argentinos, a los cuatro años Julio Cortázar se desplazó con ellos a Argentina, para radicarse en la provincia andina de Mendoza.
Tras completar sus estudios primarios, siguió los de magisterio y letras y durante cinco años fue maestro rural. Pasó más tarde a Buenos Aires, y en 1951 viajó a París con una beca. Concluida ésta, su trabajo como traductor de la Unesco le permitió afincarse definitivamente en la capital francesa.
Por entonces Julio Cortázar ya había publicado en Buenos Aires el poemario Presencia con el seudónimo de «Julio Denis», el poema dramático Los reyes y la primera de sus series de relatos breves, Bestiario, en la que se advierte la profunda influencia de Jorge Luis Borges.
La literatura de Cortázar parte del cuestionamiento vital, cercano a los planteamientos existencialistas, en obras de marcado carácter experimental, que lo convierten en uno de los mayores innovadores de la lengua y la narrativa en lengua castellana. Como en Borges, sus relatos ahondan en lo fantástico, aunque sin abandonar por ello el referente de la realidad cotidiana, por lo que sus obras tienen siempre una deuda abierta con el surrealismo.
Para Cortázar, la realidad inmediata significa una vía de acceso a otros registros de lo real, donde la plenitud de la vida alcanza múltiples formulaciones. De ahí que su narrativa constituya un permanente cuestionamiento de la razón y de los esquemas convencionales de pensamiento.
El instinto, el azar, el goce de los sentidos, el humor y el juego terminan por identificarse con la escritura, que es a su vez la formulación del existir en el mundo. Las rupturas de los órdenes cronológico y espacial sacan al lector de su punto de vista convencional, proponiéndole diferentes posibilidades de participación, de modo que el acto de la lectura es llamado a completar el universo narrativo.
Tales propuestas alcanzaron sus más acabadas expresiones en las novelas, especialmente en Rayuela, considerada una de las obras fundamentales de la literatura de lengua castellana, y en sus cuentos, entre ellos Casa tomada o Las babas del diablo, ambos llevados al cine, y El perseguidor, cuyo protagonista evoca la figura del saxofonista negro Charlie Parker.
Muy pronto, Julio Cortázar se convirtió en una de las principales figuras del llamado «boom» de la literatura hispanoamericana, y disfrutó del reconocimiento internacional. A su sensibilidad artística sumó su preocupación social: se identificó con los pueblos marginados y estuvo muy cerca de los movimientos de izquierdas.
En este sentido, su viaje a Cuba en 1962 constituyó una experiencia decisiva en su vida. Merced a su concienciación social y política, en 1970 se desplazó a Chile para asistir a la ceremonia de toma de posesión como presidente de Salvador Allende y, más tarde, a Nicaragua para apoyar al movimiento sandinista. Como personaje público, intervino con firmeza en la defensa de los derechos humanos, y fue uno de los promotores y miembros más activos del Tribunal Russell.
Como parte de este compromiso escribió numerosos artículos y libros, entre ellos Dossier Chile: el libro negro, sobre los excesos del régimen del general Pinochet, yNicaragua, tan violentamente dulce, testimonio de la lucha sandinista contra la dictadura de Somoza, en el que incluye el cuento Apocalipsis en Solentiname y el poema Noticias para viajeros. Tres años antes de morir adoptó la nacionalidad francesa, aunque sin renunciar a la argentina.






1 comentari:

  1. “Rayuela” es uno de esos libros que son imposibles de olvidar. Yo lo he leído ya cinco veces y siempre me ha dado algo, he descubierto en él cosas que no sabía, cada lectura ha sido un hallazgo impagable.
    Porque “Rayuela” es una novela diferente, divertida, audaz y, sobre todo, innovadora. Puede que, a estas alturas del nuevo siglo, haya sido superada en complejidad narrativa por otros libros más “experimentales”, pero la virtud de las grandes obras es desafiar al tiempo y perdurar. Y con “Rayuela” sucede eso.
    Los personajes se convierten en inolvidables: la Maga, Oliveira, Traveler, son caracteres tan profundos, tan llenos de recovecos, que uno se puede sentir cercano a ellos, descubrir en alguna de sus facetas algo que ha sentido o pensado en algún momento, porque al final casi se convierten en arquetipos universales. Las situaciones y aventuras que les suceden son casi lo de menos, aunque la escena en que Oliveira trata de conseguir el tabaco de Traveler sin bajar a la calle es, en sí misma, una pequeña muestra del genio de Cortázar.
    Aun con todo, para los que no la hayan leído debo hacer una advertencia: como novela, “Rayuela” flaquea. Y lo digo pensando, como pienso, que es una obra maestra. Flaquea porque una novela requiere continuidad, una trama unitaria, un hilo que hilvane lo que se cuenta, y “Rayuela” es un divertimento en el que, lo de menos, es precisamente eso. Quizá por ese motivo su lectura pueda resultar extraña de primeras, puesto que rompe con cualquier formalismo previo.
    Pero es justamente ahí donde radica su principal rasgo: “Rayuela” es una novela para disfrutar, para que la literatura sea el juego y el pasatiempo que Cortázar pretendía que fuese. Y lo consigue, porque con este libro se disfruta mucho, muchísimo, y comprende uno por qué la literatura es un juego y cuánto se puede llegar a divertir una persona simplemente leyendo un libro.Y os aseguro que, con “Rayuela”, uno se divierte como nunca.

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